lunes, 19 de marzo de 2012

Mientras...


Mientras anhelé lo que no podía tener, fui feliz deseándolo; pero cuando lo obtuve, perdí el interés. ¿No es verdad que para que el antojo no muera, lo ambicionado debe quedar fuera de nuestro alcance?

Cuando llega el momento de detestar a alguien, lo aborreces sin hacer ningún esfuerzo. Cuando ya no tienes nada que decirle a alguien, evitas el silencio, pero te das cuenta de que no puedes lograrlo; por eso, por el aborrecimiento y por mi involuntaria mudez, pensé dejarlo, irme lejos. Era una doble salida: de mi situación y del país. Buscaba, como todo el mundo en esas circunstancias, otros aires, nuevas oportunidades, mejores retos, la soledad.

Cuando quieres acordarte de las virtudes y cualidades del hombre que quisiste y no encuentras nada, es el momento de olvidarlo a él también.
Cuando sientes que estás perdiendo la dignidad por aguantar comentarios, actitudes o actos que te ofenden, lo único que te queda es reaccionar, si no estás perdido.

En silencio, la lluvia
SILVIA MOLINA

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